![]() Ley 1420 | ||
---|---|---|
| ||
Tipo de texto | Ley | |
Promulgación | 8 de julio de 1884 | |
La Ley 1420 de Educación Común, Gratuita y Obligatoria es una ley argentina de importancia histórica promulgada el 8 de julio de 1884, durante el gobierno de Julio Argentino Roca.[1][2]
La ley estableció la instrucción primaria obligatoria, gratuita y gradual para todos los niños en edad escolar, comprendida entre los 6 y los 14 años[3]. La obligatoriedad suponía la existencia de escuelas públicas al alcance de cada niño, asegurando el acceso a la educación y brindando la oportunidad de adquirir un conjunto mínimo de conocimientos, tal como fue definido por la ley.[4]
La Ley 1420, más allá de su función educativa, marcó un avance en cuestiones de igualdad de género para su época. Este avance se debe, en parte, al influyente trabajo de Domingo Faustino Sarmiento, un defensor de la educación igualitaria, y a la destacada colaboradora de Sarmiento, Juana Manso, cuyo papel en la promoción de la educación para las mujeres fue crucial.[5][6]Al mismo tiempo, otro aspecto relevante de esta ley fue su contribución a la separación de la educación común de la educación religiosa, lo que representó un paso importante hacia la educación laica. Si bien en el texto original no prohíbe la enseñanza de la religión, establecía pautas claras, como la impartición fuera del horario de clases y a cargo de los ministros autorizados de los diferentes cultos, revelando un grado de pluralismo y tolerancia a la diversidad excepcional para la época.[3]
Su promulgación se dio en un contexto político y social de consolidación de la organización nacional, después de años de conflictos y divisiones. Además, posicionó a Argentina en la vanguardia regional, ya que otros países declararían obligatoria la educación primaria en fechas posteriores (Chile y Bolivia lo harían en 1920; Brasil en 1934 y Perú en 1941), convirtiendo a la Ley 1420 en un hito que influyó en la región y desencadenó reacciones en los países vecinos. Uruguay, por su parte, se adelantó en la declaración de la gratuidad, laicidad y obligatoriedad de la educación básica en 1876, influenciado en parte por las ideas de José Pedro Varela, quien se inspiró en el pensamiento de Sarmiento y su lucha por una educación democrática y laica.[7]
La implementación de la Ley 1420 tuvo un impacto significativo en la reducción de los índices de analfabetismo en el país. Antes de la sanción de esta ley en 1884, la tasa de analfabetismo era alta, con datos que indicaban que más de la mitad de la población no sabía leer ni escribir. El impacto directo de la Ley 1420 se tradujo en un aumento en la asistencia escolar y una disminución gradual de la tasa de analfabetismo, cuestión que se complementaría más tarde, en 1905, con la sanción de la Ley Láinez. La gratuidad y la obligatoriedad escolar hicieron que más niños tuvieran acceso a la educación, en especial a aquellos que provenían de familias de bajos recursos que previamente no podían costear la educación. A lo largo de las décadas, este enfoque en la educación primaria contribuyó a mejorar las tasas de alfabetización en Argentina y marcó un punto de partida en el camino hacia la educación universal en el país.
En virtud de esta ley se realizaron grandes progresos en cuanto a la alfabetización de la población: a su llegada existían 1214 escuelas públicas en todo el país, y tras esta, hubo un aumento de 590; las escuelas normales, destinadas a educar maestros, pasaron de 10 a 17, el total de docentes aumentó de 1915 a 5348, y el número de alumnos pasó de 86 927 a 180 768.[8]